Descubre Nauplia: El Encanto Escondido del Peloponeso | Viajes | El Viajero | EL PAÍS
De todos los escenarios cautivadores que ofrece Grecia, seguramente ya tienes en mente los más emblemáticos: Atenas, las idílicas islas griegas, Mykonos, Santorini, Corfú, Rodas… Sin embargo, Grecia es mucho más que eso y alberga destinos tan espléndidos como poco conocidos que te esperan en 2025. Incluye en tu lista a Nauplia, una auténtica joya en el Peloponeso. ¿Por qué? Resulta simple: Nauplia o Nafplio es una de las ciudades más encantadoras de la región de Argólida (al este del Peloponeso) y se considera una de las más románticas de toda Grecia. Además, fue la primera capital del recién formado Estado griego entre 1823 y 1834.
La península del Peloponeso, cuyo nombre proviene de la mitología, concretamente de Pélope, un héroe y rey que conquistó toda la región, significa “isla de Pélope”, a pesar de que sólo fue una verdadera isla tras la apertura del canal de Corinto en 1893. En esta región griega, que se remonta al año 2600 antes de Cristo, cuando la civilización egea empezó a ocupar estas tierras, se encuentran lugares tan importantes para la historia de Grecia como Epidauro, Micenas y Corinto, la antigua Esparta, y encantadores pueblos pesqueros como Pilos o Monemvasia, y lugares que desafían todo lo natural como Kinuria.
Es aquí donde precisamente está Nauplia, una ciudad escondida cuyo legado arqueológico merece ser descubierto. Según la mitología, la ciudad fue fundada por Nafplio, hijo del dios Poseidón e hija de Danaida (Amimone). La historia de la ciudad se remonta a la era prehistórica, cuando sus soldados participaron en la expedición de los argonautas y en la guerra de Troya. La ciudad decayó durante la época romana y floreció de nuevo durante la época bizantina. Los conquistadores francos, venecianos y turcos dejaron su huella en la ciudad e influyeron fuertemente en su cultura, arquitectura y tradiciones a lo largo de los siglos. Murallas antiguas, castillos medievales, monumentos y estatuas, fuentes otomanas y edificios venecianos o neoclásicos son solo algunas de las virtudes de esta ciudad que también mira al mar.